En una cálida tarde del último mayo, en las cercanías del poblado Silverita, Cienfuegos, nos llegó la noticia del incendio en un campo de caña. Pronto fuimos a ver qué tan grave podía ser. Lo primero que pensé y dije es que debíamos llamar a los bomberos. El comentario les pareció gracioso pues algunos rieron, entonces supe que los bomberos no apagan estos fuegos. La cooperativa agropecuaria dueña de los campos cañeros es la responsable de extinguirlos.

Como el siniestro amenazaba con prosperar rápidamente por la sequía del campo, el calor y el viento, decidieron hacer un fuego al final del sembrado para contrarrestar el que se avecinaba. El inminente fuego podía afectar a los caballos y a las reses que descansaban cerca, además de a varias casas próximas. Para los niños curiosos y con mucha energía, hacer un fuego con aprobación fue toda una aventura.

Cayendo la tarde, llegaron varios trabajadores de la cooperativa a apagar el incendio mediante un tractor con agua y se unieron a los vecinos que ya luchaban contra las llamas. La faena duró casi toda la noche, pues no era precisamente un equipamiento profesional el que tenían a su disposición. Sentí un poco de pena por ellos al ver que pasada la medianoche continuaban batallando.

En la mañana solo quedaba humo y cenizas, pero aun así había tarea por hacer, debían cosechar la caña quemada que pudiese ser aprovechada antes de que se secara por completo. Aunque este fuego quedó impreso en mi memoria, para los vecinos es algo que olvidarán pronto, como un evento común que pueden presenciar en cualquier temporada de sequía.

En temporada de sequía los fuegos en los campos de caña son comunes. Nieto de uno de los trabajadores asiste a la contención del fuego (Foto: Yarelis González Collado).

Los niños ayudan a iniciar un fuego para contrarrestar el que se avecina y evitar que afecte a los animales que están cerca (Foto: Yarelis González Collado).

Utilizando mochilas para fumigar plantaciones combaten las llamas más pequeñas (Foto: Yarelis González Collado).

Un niño limpia la guardarraya intentando que el fuego no pueda continuar (Foto: Yarelis González Collado).

El fuego prospera con rapidez a causa de la sequía, el calor y el viento (Foto: Yarelis González Collado).

Los trabajadores de la cooperativa agropecuaria combaten el fuego durante toda la noche (Foto: Yarelis González Collado).

El fuego continúa con fuerza hasta altas horas de la noche y la madrugada (Foto: Yarelis González Collado).

Los trabajadores de la cooperativa agropecuaria se unen a los vecinos para combatir el fuego (Foto: Yarelis González Collado).

Los niños escapan de las llamas que se hacen demasiado intensas (Foto: Yarelis González Collado).

El fuego amenaza a los animales y los equipos de cosecha (Foto: Yarelis González Collado).

A la mañana siguiente, entre cenizas y humo, se cosecha la caña quemada (Foto: Yarelis González Collado).

Sobre el autor

Yarelis González Collado

Cienfuegos (1990). Ingeniera en Ciencias Informáticas y Fotógrafa. Graduada de los cursos de la Escuela de Fotografía Creativa de La Habana (EFCH) y de La Casa del Fotógrafo Cabrales del Valle. Cursó el 13 Taller de Fotografía de la UNEAC. Ha expuesto en varias muestras y exposiciones colectivas en La Habana. Ganó el III Premio en el IV Concurso de Fotografía “Lente artístico” y el Primer Premio en el Concurso de Fotografía “Mujeres e Integración Social”.

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