Si algo no se llevó el huracán Matthew en el Oriente cubano fue la sequía. El más potente de los huracanes que ha afectado a Cuba en la última década levantó olas de hasta nueve metros y sus vientos asociados tuvieron rachas de 300 kilómetros por hora. Pero las lluvias se quedaron muy por debajo de lo pronosticado.
Las precipitaciones de Matthew, único efecto deseable –y necesario– para la Isla, terminaron en el mar, o sobre los territorios de Haití y República Dominicana cuando el ciclón desvió su rumbo hacia el este. Ese corrimiento, gracias al cual Guantánamo y Santiago de Cuba quedaron fuera de la zona de mayor peligro de los vientos, limitó a las provincias orientales de la posibilidad de rellenar sus reservas de agua dulce.
En Cuba, a falta de glaciares y nieve, la lluvia es la única forma de reponer el agua dulce. Según José Bienvenido Martínez, profesor de la carrera de Ingeniería Hidráulica del Instituto Politécnico José Antonio Echevarría, “por contradictorio que parezca, los huracanes son los fenómenos meteorológicos que más benefician los niveles de llenado de los embalses cubanos”.
No siempre fue así. Cuando el 4 de octubre de 1963 el ciclón Flora entró a Cuba –también por Guantánamo–, el país apenas represaba 48 millones de m³ de agua en trece embalses. Del saldo de los casi 1.200 muertos que ocasionó aquel meteoro con sus inundaciones nació la Voluntad Hidráulica, una política pública que en los siguientes treinta años expandiría la capacidad nacional hasta los 9 mil millones de m³ en 242 instalaciones.
A inicios del mes de septiembre de 2016, la prensa estatal cubana reflejaba que, en todo Oriente, solo la provincia de Holguín tenía niveles satisfactorios (78.1 por ciento). El resto no sobrepasaba el 50 por ciento de su capacidad de llenado. Las provincias más afectadas eran Santiago de Cuba (39.5 por ciento), Las Tunas (37.1 por ciento) y Guantánamo (34.2 por ciento). Aunque en el oeste de la Isla los embalses se habían recuperado de los déficit de lluvias sufridos en 2015, el Oriente cubano seguía seco.
Los pronósticos de lluvias asociados a Matthew alarmaron al Instituto Nacional de Recursos Hidráulicos (INRH). Si el huracán hubiese arrastrado hasta territorio cubano los niveles de lluvias esperados, el 70 por ciento de las 125 presas existentes desde Camagüey hasta Guantánamo hubiese necesitado aliviar.
El 4 de octubre de 2016, horas antes de que Matthew llegara a Punta Caleta, José A. Hernández Álvarez, director del programa de Uso Racional del Agua del INRH, declaraba en la televisión nacional que siete presas del oriente del país se encontraban vertiendo, y que se analizaban las condiciones en el resto de ellas cada dos horas como parte de las medidas de control. En cualquier caso, la región estaba en posición de recibir –sin muchas complicaciones– los grandes volúmenes de agua esperados. A las siete de la noche del mismo día, Abel Salas García, Vicepresidente Primero del INRH, especificaba que Oriente tenía sus reservas superficiales de agua al 53.8 por ciento de llenado. Podían soportar el equivalente a 2.240 millones de m3.
En general, ante un pronóstico cercano a los 400 milímetros, el plan del INRH concebía vertimientos de la siguiente manera: si lloviera en volúmenes superiores o cercanos a los 400 mm, 88 embalses comenzarían a verter; si se acercara a los 300 mm, serían 50; y si lloviera en torno a los 200 mm, entonces apenas 36 embalses deberían aliviar.
Pero no fue así. Ni siquiera parecido.
En realidad, durante las 48 horas comprendidas entre las 8:00 a.m. del día 3 de octubre y las 8:00 a.m. del 5, la media de lluvia entre Camagüey y Guantánamo fue de 54.4 mm. Tras ese dato se esconde una desigual distribución de las áreas de lluvia. Ello es notable en los acumulados registrados en las localidades guantanameras de Baracoa (527 mm), Pozo Azul (362 mm) y San Antonio del Sur (306 mm). Contrario a lo ocurrido en Granma y Las Tunas, donde las precipitaciones no sobrepasaron los 30 mm en ninguno de sus municipios.
Por ello, y aunque hubo en toda la región oriental doce puntos con registros superiores a los 100 mm, las lluvias de Matthew no se tradujeron en los volúmenes de llenado que esperaban las autoridades hidráulicas, confirmó Abel Salas en el programa televisivo Mesa Redonda el 5 de octubre.
En sentido general, explicó el directivo, hasta ese momento los niveles solo habían aumentado en 38 millones de m3: 25 millones en Holguín, seis en Granma y en Santiago de Cuba, y once en Guantánamo (registrados en los embalses ubicados en los municipios de Imías, Baracoa y San Antonio del Sur).
Tales cifras tampoco variaron significativamente la situación de sequía en el territorio oeste de Cuba. Como sucedía un semana atrás, las presas granmenses, santiagueras y guantanameras no sobrepasan la mitad de su potencial de almacenamiento. Solo Holguín está hoy por encima del 75 por ciento.
El meteorólogo Carlos Manuel González asegura que hasta el jueves no se podría cuantificar con exactitud cuánta lluvia dejó el huracán en los territorios orientales, pues las bandas espirales aún podrían generar precipitaciones localmente severas mientras no se alejen definitivamente del territorio nacional. En esto coincide Salas, quien explicó que hasta que no se complete el escurrimiento hacia los embalses, será difícil culminar el recuento de cuánta agua sumó Matthew a las deprimidas reservas de Oriente.
fue muy duro el golpe de matthew.pero quiero felicitar a los hacedores de este sitio por constituir una alternativa ante el vacio informativo que siempre existio en la prensa cubana.los felicito,estoy lejos del cayman,pero siempre sigo las noticias que emanan desde alla.sigan adelante.no se detengan ante amenazas,digan siempre lo que sucede aunque a los mismos ineptos de siempre les moleste