La Habana Vieja es un contraste a tiempo completo. De un lado, el lujo de hoteles cinco estrellas; del otro, la estática milagrosa de muchos solares. A unos y otros, el agua llega en pipas.
El Parque Central, Plaza, Telégrafo y Saratoga no son solares, sino hoteles ubicados en el mismo corazón de una de las zonas turísticas habaneras, a pocos metros del Capitolio, del Gran Teatro y del Paseo del Prado. Sus 774 habitaciones en total, con sus cocinas y piscinas dependen del suministro de pipas.
En 2014, Beyoncé alborotó La Habana desde su balcón del Hotel Saratoga. La gente quería saber de primera mano cómo se veía la diva fuera de la pantalla. A eso está acostumbrada Beyoncé, pero además del gentío, las visitas a escuelas de arte y a restaurantes del centro de la ciudad, su experiencia habanera incluyó también las pipas.
La Habana Vieja es el máximo consumidor de agua en pipas de la capital cubana. Debido al deterioro de las redes y la escasez del fluido, cerca de 13.000 personas solo reciben el agua de esa manera. Los visitantes del Saratoga entre ellos, aunque no lo noten. Al hotel llega el líquido en camiones todos los días, como se traen las frutas o las flores en la mañana. Así ha sido desde que reabrieron sus puertas en 2005. Así será hasta que las redes hidráulicas de La Habana Vieja sean reparadas.
Sin embargo, el Saratoga está de moda. Tanto que terminó por ser el cuartel general de Chanel en su promocionado desfile en El Prado, y el único hotel cubano miembro del grupo Prestige Hotels of the World, fundado por la empresa catalana Keytel en 2007 y que cuenta –hasta ahora– con solo 118 “establecimientos de máxima categoría que se dirigen a un segmento de mercado de alto nivel adquisitivo”, desparramados por todo el mundo. El Saratoga es uno de los doce que existen en el continente americano.
Afortunadamente, las pipas del Saratoga son confiables. Y así deberían mantenerse. Si alguna vez el agua faltara en las habitaciones, ahí mismo el Prestige va al piso.
Para que eso no suceda las empresas Aguas de La Habana y SERVISA S.A. (subordinada al Ministerio de Turismo) abastecen al hotel cada vez que lo necesita, en dependencia de la cifra de huéspedes que estén alojados. Las pipas llegan al Saratoga al menos una vez al día y en el caso del hotel Plaza pueden dar hasta diez viajes diariamente.
Reynaldo y Tony son piperos de SERVISA. Trabajan en turnos alternos sobre un camión con 25 m3 de capacidad. Jesús maneja otro de 40 m3 para Aguas de La Habana. Ellos van todos los días a los hoteles del centro de la ciudad. “Tantas veces que no da tiempo a descansar”, dice Tony.
Los visitantes no necesitan ver de dónde viene el agua. Quizás no les importa. Pero, como medida preventiva, las tomas de las cisternas están ubicadas casi siempre en las entradas de servicio, al fondo, en la calle trasera. Los huéspedes poco o nada tienen que ver con esa parte del hotel, con esa parte de Cuba a medio camino, que no está en ruinas ni es atractiva, que solo tiene gente trabajando. El sudor, el trabajo sucio y las pipas no están incluidos en los catálogos que compraron.
Pronto, muy cerca de allí, se construirán otras 696 habitaciones repartidas entre el Hotel Manzana, el Gran Hotel y el Manzana-Payret. Como cualquier solar de la Habana Vieja, probablemente dependerán de las pipas para tener agua.
El Hotel Manzana tendrá cuatro niveles para sus instalaciones, y vidrieras de Chanel y Versace en la planta baja. Costará 84.2 millones de dólares y debe entregarse en enero de 2017. Colindará con el Hotel Plaza y el Hotel Parque Central. Lo más probable es que se necesite una buena pipa para llenar la piscina en la inauguración.
Da pena leer esto, pena y asco. Pena de un pueblo degradado a niveles extremos, reducido a la condición de niños pobres mirando la vidriera reoleta de juguetes. Asco da el pensar qen quienes han provocado todo eso.