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Ary La Nena: los retos de un amor de tres

Foto: Cortesía de los entrevistados.

“Osvaldo Seijas S[á]enz awo Orumila Oggunda Ka y todos los perfiles tuyos HOY EMPIEZO Y TERMINO CONTIGO. BASTA YA!!! has creado un personaje y todo el mundo te lo ha creído. Te has pintado como la víctima porque la gente solo ha tenido tu versión de la historia. (…) te he dejado correr, pero todo tiene un límite. Primero, no me fui contigo después de que me compraste un pasaje, porque decidí hacer mi familia con personas de bien y libres de todo lo que representas”.

No pudo más. Ary La Nena no pudo más y estalló en Facebook el 1 de julio pasado.

“Esta publicación es acerca del hombre que tras tanto desear un hijo, lo dejó atrás antes de que naciera (…), es acerca del hombre que el día que di a luz a mi hija, me amenazó con abrirme con un cuchillo; (…) que me dijo que me metiera a mi hija por donde mismo me la sacaron. Hablo del hombre que no se ha cansado de amenazarme con quitarme a mi hija (que él nunca ha visto). Hablo del hombre que usa a sus ahijados y su familia de religión para amenazarme, intimidarme y acosarme porque no está de acuerdo con la vida que elegí para mí”.

Un amor de tres. De cuatro si contamos a la pequeña Kathy, de 15 meses, que cría junto a Cosi y Alma, sus parejas. Incluso de cinco, si tenemos presente a la segunda bebé que espera. Esa es la vida que Ary eligió para ella hace cinco años. La vida por la que Osvaldo no ha parado de amenazarla y de humillarla en mensajes y publicaciones de Facebook.

“Que me va a quitar a la niña, y de tortillera palante todo lo que se le ocurra me dice desde que se enteró que vivo con un hombre y una mujer, como si con eso me ofendiera”. Arysa Durán Hernández, Ary La Nena en redes, lo explica con la soltura y el entusiasmo de una principiante en temas del amor: Alma y Cosi, sus parejas ‒así les llama‒, están casados desde hace once años. A los cinco de estar juntos decidieron “probar algo nuevo”, ampliar su relación, acoger a una tercera persona con quien compartir y expandir su sexoafectividad. Ella fue la indicada. Cosi y ella habían sido novios cuando ella tenía 15 años, y en la búsqueda de una tercera persona, probando y probando, la eligieron a ella.

“Conmigo fue con la que más química hubo. Al principio la cosa empezó como una locura, una descarga, y mira por dónde va… Estoy embarazada de 18 semanas”.

Su tono, al contarlo, se asemeja al de alguien que se siente dichoso, desbordado de una bendición con la que no contaba.

La familia de Ary de celebración (Foto: Cortesía de los entrevistados).

La familia de Ary de celebración (Foto: Cortesía de los entrevistados).

Ary está muy lejos de idealizar las relaciones no monógamas y poliamorosas. No niega los altibajos y desafíos de la suya, pero no cambia por nada la experiencia de conocer a dos personas, querer a dos personas, establecerse con ellas, sin esa idea culposa de estar traicionando o siéndole infiel a alguna de las dos. Fue, de hecho, en uno de esos momentos retadores de la relación, que ella terminó con Cosi y Alma, y se enredó con Osvaldo.

Las cosas se dieron más o menos así: después de un tiempo de no conseguirlo y de imaginar que era infértil, Ary quedó embarazada de Cosi una primera vez. Lo había deseado tanto, que nunca creyó que del júbilo pasaran inmediatamente a la angustia. Aunque ninguno de los tres se escondía, en aquel momento de su relación ‒abril de 2022‒solo estaban enteradas algunas amistades cercanas. Con sus madres no sabían cómo hacer, cómo decirles. ¿Qué iban a pensar? Hasta ese instante ellas los consideraban muy buenos amigos. Inseparables. Nada más.

―No sé tú, pero yo a mi mamá no le pienso contar ‒se apresuró Alma‒. Si yo le digo, le da un infarto.

Luego de sopesarlo, determinaron que no estaban listos para afrontar la verdad y todo lo que les vendría encima.

No fue esta decisión de Alma la que más le dolió a Ary. Que Alma no quisiera decirle a su madre era entendible. A fin de cuentas, ella tampoco tenía claro qué explicarle a la suya. Lo que no imaginaba era que Cosi zanjara la situación diciendo que como Alma no le iba a decir a su madre, ella viera entonces qué iba a decir y qué iba a hacer.

Ary recogió sus cosas y se fue de vuelta a su casa. Eso fue lo que hizo. Durante varios meses no volvería a saber de ellos. Una vez en su casa pensó con detenimiento en su situación: sin trabajo, embarazada, sola, sin poderle decir a nadie quién era el padre del bebé que pronto empezaría a crecer y a notarse. Decidió entonces que lo mejor era no tenerlo. Contra la voluntad de Yemayá, revelada en su itá cuando su coronación, pero con el consentimiento de su padrino, Ary lo preparó todo en secreto y se interrumpió el embarazo.

Fue en ese punto que reconectó con Osvaldo, un compañero de secundaria, de su mismo barrio, Luyanó, en La Habana. Osvaldo le aseguró que había terminado con su mujer hacía tres meses. Ary, por su parte, le dijo que ella también se había dejado del “novio con el que estaba”. Ninguno de los dos vio inconveniente en comenzar a salir e intentar algo. ¿Qué más daba? Afligida como ella aún estaba con tantos duelos ‒la pérdida de su relación con Cosi y Alma, de su barriga‒, no le vendría mal una nueva oportunidad. ¿Qué podría pasar?

Con Osvaldo todo fue bien al principio. Luego aparecieron los comportamientos extraños. No se despegaba del celular y le pedía a Ary que no lo molestara con eso, que estaba “currando”. Le avisaba a última hora de algún trabajo que le había aparecido y se le perdía largas jornadas. Más tarde ella descubrió que él aún hablaba con su mujer, quien andaba por Italia. Ary supuso que en algún momento volvió y esos días que él se desaparecía estaba con ella.

“A él yo siempre le dije que lo que me importaba era salir embarazada, que ya yo quería un hijo. Y también le avisé que no me iba a cuidar. Si quería, que se cuidara él… A fin de cuentas, él tampoco tenía hijos, porque su mujer estaba casada con un italiano y ya tenía tres; ella no podía darle uno”.

Ary lo consiguió en un momento cuando no quedaba claro en qué plan estaba con Osvaldo, luego de imaginar que él había vuelto a contactar con su exmujer. En septiembre de 2022, al comprobar que había quedado embarazada y comunicárselo, también le dijo que le daba igual lo que él fuera a hacer, que esa barriga la iba a tener sí o sí, con él o sin él.

Dice Ary que la contentura de Osvaldo fue inmediata, pero que muy pronto fue reemplazada por la que le provocó otra noticia. En ese tiempo el padre le dijo que le iba a pagar la travesía desde Nicaragua hasta los Estados Unidos. Y no hubo nada entonces, ni siquiera la noticia de que sería papá, que pudiera retenerlo mucho más en Cuba.

Cuando ya tenía pasaje, trazó un plan que hizo que Ary se convenciera de que él la quería realmente y deseaba una vida a su lado. Puso en venta la casa. Con el dinero se irían los dos juntos antes de que la gestación de la criatura avanzara, pero no dio tiempo. El 27 de octubre de 2022, al mes siguiente de saber que Ary esperaba un hijo suyo, voló de La Habana a Nicaragua a iniciar lo que jocosamente, sin serlo, ha sido bautizado como “irse por los volcanes nicaragüenses”. Antes, le dejó un poder a la hermana para que vendiera la casa. Con ese dinero, ella y Ary emprenderían más tarde la travesía.

Osvaldo llegó a Estados Unidos en diciembre de 2022. A partir de entonces toda la comunicación con Ary tuvo que ser por videollamada. Así se lo exigía él. Quería saber dónde estaba, con quién y haciendo qué. Si ella se negaba, él montaba en cólera. En par de ocasiones le advirtió por audios que procurara que la niña fuera de él, porque si ella no quería hacer videollamadas era porque estaba en algo. En aquel momento, Ary ni siquiera había vuelto a ver a Alma y a Cosi.

La hermana de Osvaldo, en su afán de irse lo más pronto posible, vendió la propiedad en su poder muy por debajo de lo que valía. El dinero resultante no alcanzaba para pagar el recorrido completo de ambas. Apenas daba para los dos pasajes a Nicaragua. El plan entonces era que ellas se fueran juntas hasta el país centroamericano y, una vez allí, Osvaldo enviaría dinero poco a poco para que completaran el trayecto.

Él mismo sacó los pasajes para el 18 de enero de 2023. Para esa fecha Ary tendría cuatro meses de embarazo y todavía podría subir al avión. Por mucho que se demoraran, tenía un amplio margen de tiempo. Si todo salía bien, la fecha límite para volar embarazada la alcanzaría ya en Estados Unidos. No había nada de qué preocuparse. Pero semanas antes de volar a Nicaragua, el anuncio de una “medida de seguridad” del gobierno estadounidense levantó en Ary nuevos miedos e incertidumbres.

***

“No vengan a la frontera, quédense donde están”, advirtió Joe Biden, presidente de los Estados Unidos, en una alocución desde la Casa Blanca el 5 de enero de 2023. “Postúlense legalmente desde allí, porque de otra manera no van a ser elegibles para este programa”.

La ampliación del programa de “parole humanitario” para cubanos, nicaragüenses y haitianos, que ya era aplicado a venezolanos, beneficiaría a unos 30 mil nacionales de esos países por mes, otorgándoles visa y autorización para trabajar. Tenía el objetivo de aliviar la situación en la frontera sur del país.

De acuerdo con un informe de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), casi 425 mil migrantes solo de Cuba llegaron a territorio estadounidense en los años fiscales 2022 y 2023. La mayoría, luego de una travesía por Centroamérica que comienza en Nicaragua, país de libre visado para cubanos desde finales de 2021. La apertura de un puente aéreo hacia Nicaragua, precisa el informe, había permitido a los cubanos evitar las peligrosas rutas marítimas o la dura travesía por el Tapón del Darién en Panamá.

Los requisitos para participar en la ampliación del programa de parole humanitario incluían que los aspirantes tuvieran un patrocinador en Estados Unidos, pasaran un chequeo de seguridad y cumplieran ciertos requerimientos de salud pública. Tras el anuncio de esta medida, los migrantes provenientes de los países beneficiarios que intentaran entrar por la frontera de manera irregular serían expulsados.

En ese momento a Ary y la hermana de Osvaldo les quedaban alrededor de tres semanas para viajar a Nicaragua. Ary se preocupó; ya no era solo llegar a México y cruzar. Osvaldo le aseguró que una vez en ese país, su padre les pondría a ambas el parole y, si no le alcanzaba para ambas, se lo pondría primero a ella, lo cual le pareció poco creíble. A fin de cuentas, ella no era “ariente ni pariente” de ese señor. Si lograba completar la travesía hasta tierras mexicanas, ¿cómo iba a mantenerse allí? ¿Con qué dinero?

―Tú no tienes que preocuparte por nada de eso ‒le dijo Osvaldo‒. Si mi papá no te puede sacar y te llegan los siete meses en México, pares en México y ya.

―Pero, Osvaldo, ¿tú estás loco? En México no conozco a nadie, no conozco las leyes. Osvaldo, yo no puedo correr ese riesgo.

Tú procura irte, fue lo que le dijo él.

Ary temió irse embarazada y quedarse en el camino. El 18 de enero de 2023, cuando le tocaba viajar, ni se asomó por el aeropuerto. La hermana de Osvaldo se montó en el avión y se fue de todos modos.

“Cuando él se enteró, te imaginarás cómo se puso y todo lo que me escribió. Lo más chiquito que me dijo fue: ‘Ahora sí yo terminé contigo. Lo que iba a hacer por ti ya lo hice. Ahora mira a ver cómo te las vas a arreglar tú que estás sin trabajo, sin nada’”.

Ary pensó que había sido suficiente, que había dejado claro que no se arriesgaría. Osvaldo cerró la discusión advirtiéndole que viera cómo iba a sacar la barriga adelante, porque con él ya no podría contar para más nada.

―Pues cuenta con nosotros. Nosotros no te vamos a dejar sola ‒le dijo Alma tras saber de su embarazo y visitarla‒. Aunque no estemos juntos, no queremos que pases la barriga sola. Esto es algo que tú has deseado mucho.

A partir de ese momento los tres empezaron a reconciliarse y a verse más seguido; al principio, solo como amigos. Ary todavía estaba algo dolida, sobre todo con Cosi: “Yo sabía que él también quería tener un hijo, pero al no tener ese valor de decirle a Alma ‘tú no te vas a sentar con tu mamá a contarle, pero yo sí me voy a sentar con la mamá de ella’, me molesté tanto, pero tanto…”.

La familia de paseo (Foto: Cortesía de los entrevistados).

Por esa fecha, febrero de 2023, Osvaldo reapareció pidiéndole perdón a Ary. Desde la distancia quería hacer las cosas bien, por su hija, su “primera bebé”. A ella no le pareció mal. En resumidas cuentas, era el padre de su hija. No iba a quitarle su derecho. “El derecho lo fue perdiendo él solo a medida que pasó el tiempo”, comenta Ary.

En un inicio Osvaldo se interesó por las necesidades de ella y de la bebé, por la canastilla. Desde Estados Unidos costeó la reparación del cuarto donde Ary recibiría a la niña. Envió unos primeros cien dólares, y, cuando fue a hacer un segundo envío, Ary le pidió que no lo hiciera a través del contacto de remesas que había utilizado antes. Ese contacto le daba directamente el cambio en moneda nacional y a ella le convenía más recibirlo en una tarjeta en divisas (MLC); así usaba una parte y el resto lo podía vender más adelante jugando con su valor en el mercado informal.

Ello le ganó insultos de todo tipo de parte de Osvaldo. ¿Quién se creía ella para decirle cómo debía enviar el dinero?; él le mandaba el dinero como le diera la gana, ella estaba comiendo y llenando esa barriga gracias a él. Le tenía que agradecer, ya que ella no tenía nada que exigir luego de haber decidido no irse. Incluso le sugirió que rezara para que a él no se le quitara el “ataque de padre” que tenía, porque ella sola no tendría cómo criar a esa niña.

Fue tanto el disgusto que a Ary la barriga se le puso muy dura y se asustó. Estuvo así durante cuatro horas. Su madre le explicó que eso era una contracción, pero Ary no quiso contarle que había discutido con Osvaldo. Para la familia, con Osvaldo todo estaba bien. La única que sabía la verdad era Alma.

Desde que Kathy, la niña, comenzó a moverse en su vientre, Ary detectó los horarios en que más lo hacía: cuando ella se acostaba, cuando comía, cuando le hablaba. Pero luego de aquella contracción notó que la bebé dejó de moverse durante dos días. “Yo la tocaba, le hablaba y no se movía. Lloré muchísimo. Aquello me deprimió tanto… Yo dije: ‘no puedo creer que a mí esta bebé se me vaya a morir; no puedo permitir que este tipo me haga perder lo que más yo quiero’”.

Temía le sucediera como a una amiga suya que, ya con seis meses de gestación, como ella en ese momento, acudió al médico por un sangramiento y el bebé estaba muerto. Ary, en cambio, corrió con mejor suerte. Los médicos le garantizaron que su niña estaba bien, pero el susto que pasó, dice, no se le va a olvidar en la vida. Fue entonces cuando decidió que no valía la pena continuar comunicándose con Osvaldo. Con él cualquier cosa, la más mínima, podía ser un motivo de discordia. Si a él como padre y, a sabiendas de que tenía una mujer embarazada, no le interesaba evitar los disgustos y las alteraciones, lo mejor era disminuir el contacto con él.

***

Que hacía tríos. Que hacía “tortillas”. Que estaba acabando. Eso le escribieron sobre Ary a Osvaldo desde un perfil de Facebook cuando a él, de la nada, le dio por subir una foto de ella. En la publicación, Osvaldo ensalzaba a Ary como mujer, como la madre de su hija, la que había escogido para que lo hiciera padre. A ella le pareció raro. Además de que ya casi no tenían contacto, durante el tiempo que estuvieron él evitaba subir fotos comprometedoras a las redes con la excusa de que era reciente la separación con su mujer, que habían estado 8 años y que todas sus amistades y contactos la conocían.

El caso es que luego de eso, alguien, desde un perfil cuya identidad Ary todavía desconoce, le preguntó a Osvaldo si estaba enterado de lo que hacía esa que él mostraba con tanto orgullo, a quien le otorgaba tanto reconocimiento.

―Pero yo sé que eso es mentira porque yo a ti te conozco de hace una pila de años y sé que tú no caes en eso ‒le dijo.

Ary ni afirmó ni desmintió. Se quedó callada y, más tarde, sospechó que la persona tras ese perfil continuaba escribiéndole y contándole cosas a Osvaldo que ya él no le compartía. Le dijo que tenía a “una gente” averiguando por ella en Luyanó porque no quería que su hija naciera “con intriga alrededor”.

Lo que le contaron exactamente a Osvaldo, Ary no lo sabe. Mínimo debieron confirmarle que los rumores eran ciertos. Más de uno sabía de su relación con Alma y Cosi pues los veían juntos para arriba y para abajo. No había que verlos besándose o teniendo sexo para saber lo que ahí pasaba. “Matemática de bodega”, dice Ary. No obstante, aclara que ellos volvieron a establecerse como relación ya después que Kathy nació.

“Durante la barriga era un ‘plan amigos’. Ellos dormían en mi casa, en mi cama, me compraban comida, me malcriaban, pero nada de sexo. Pero como quiera, la gente no es tonta y había quienes sabían de antes”.

Osvaldo se encolerizó. Babalawo, con 16 años de práctica, cientos de ahijados, hombre a todo, “ni un chisme ni un brete ni una intriga” en su haber; aquello debió ser un bochorno para él. No solo le indignaba que Ary se lo hubiera ocultado; ni siquiera el padrino de santo de ella y otros hermanos de religión, que lo estimaban y estaban al tanto del asunto, se lo habían contado. En ese momento volvió a poner en tela de juicio la paternidad de Kathy.

Las amenazas y el acoso a partir de ahí escalaron tanto que Ary hizo una denuncia. En la estación de policía de Aguilera, en Diez de Octubre, su municipio de residencia, la atendió un oficial llamado Youbel Laffita Falcón. A Laffita le mostró todas las pruebas, audios, mensajes y publicaciones con la esperanza de que Emigración, si Osvaldo volviera a tocar suelo cubano dispuesto a cumplir sus amenazas, notificaría a las autoridades pertinentes.

Al día siguiente de presentarse en Aguilera, Osvaldo le escribió: “¿Tú piensas que denunciándome vas a resolver algo?”. Cuando se recuperó del impacto, Ary trató de imaginar de qué manera, en menos de 24 horas y sin haber arribado a Cuba, Osvaldo supo de la denuncia en su contra. No lo descubriría hasta tiempo después.

“Al final no va a proceder la denuncia esa. Yo tengo padrino y el que tiene padrino se bautiza”; “Tú lo que te estás buscando es que vaya para Cuba y te escache la cabeza”; “Cuando llegue no te va a salvar ni el médico chino”; “Tú reza porque a mi hija nadie la señale por tus preferencias sexuales, porque te la voy a quitar”. Alma, la única que estaba al tanto de estos mensajes frecuentes, no entendía por qué Ary se los aguantaba y no lo acababa de bloquear. Ary dice que ella prefería darlo por loco, porque contestarle o bloquearlo era darle más fuerza y arriesgarse a nuevos disgustos.

Ary tenía fecha de parto para el 7 de mayo de 2023, pero la ingresaron el 4 en el hospital Ramón González Coro, en La Habana. Su escasez de líquido amniótico motivó un mayor control de sus últimos días de gestación. El 10 de mayo a las 8:00 de la mañana le indujeron el parto, pero no dilató de ninguna manera. Al día siguiente tuvo a Kathy mediante cesárea y le tocó quedarse en la sala de Observación hasta el 12, porque no había camas disponibles en Recuperación.

Ya en la sala de Recuperación, Ary se bañó, se sentó y pensó que al fin era un buen momento para avisarle a Osvaldo, pero vio la hora; era tarde. Mejor le escribía al amanecer. El 13 en la mañana se levantó, le dio el pecho a Kathy y le escribió: ―Buenos días. Muchas felicidades. Ya eres papá.

Osvaldo le respondió con un audio llamándole “falta de respeto”.

―La misma cantidad de puntos que te dieron en la cesárea es la cantidad de puntos que te van a dar en la cara cuando llegue a Cuba.

Ary lo cortó de inmediato: si eso era lo único que él tenía que decir ante una noticia como aquella, si no le importaba saber cómo estaban ni por qué ella no le había escrito hasta ese día, ellos dos no tenían nada más que hablar. Y lo bloqueó.

Una nueva duda surgió entonces. ¿Cómo Osvaldo sabía de la cesárea si ni siquiera a la madre de él en Cuba ella había tenido tiempo de avisarle? Hasta donde recordaba, cuando la señora la llamó el día de su ingreso, Ary solo le informó que estaba en el González Coro y que le inducirían el parto, pero que no sabía fecha exacta, que cuando tuviera un chance le avisaba.

Cuando Alma llegó supo que algo relacionado con Osvaldo había pasado, pero Ary no quiso hablar de eso. Mientras tuviera que darle el pecho a su hija, iba a evitar a toda costa repetir un disgusto como el de meses atrás. Alma esperó que Ary se acostara, le tomó el celular y comprobó lo que sospechaba.

―Tú no tienes respeto ni por la hija que acabas de tener –le espetó a Osvaldo–. Eres un inconsciente. Tu mujer acaba de parir, tú no sabes lo que ha pasado para dar a luz a esa niña y mira lo primero que tú le dices.

―Ah porque tú eres la tortillera que está con ella, la que quiere ser el papá de mi hija; tú quieres quitarme a mi hija porque como tú no puedes tener…

Entre las cosas que a Osvaldo le contaron mientras estuvo averiguando con quiénes estaba Ary se encontraba la imposibilidad de Alma de quedar embarazada. Alma había tenido dos embarazos ectópicos, por lo que le extirparon las trompas de Falopio. Como único puede quedar embarazada es mediante inseminación artificial, un procedimiento que descartó por engorroso.

Tras el enfrentamiento con Alma, Osvaldo puso a ahijados suyos a vigilarlos y a tomar fotos de ella y de Cosi entrando y saliendo del hospital y en el parqueo. Luego se las envió a Alma, pues Ary lo tenía bloqueado. “Para que no piensen que ustedes están ahí y yo lejos. Yo estoy arriba de ustedes. Los estoy vigilando, así que anden al hilo que les voy a quitar a la chiquita. Yo no tengo que llegar a Cuba para que eso pase”, les advirtió.

Desastroso. Así describe Ary el día en que por fin pudo llevarse a la niña a su casa. Mientras esperaban por el carro que los iba a buscar, Osvaldo le envió otra foto a Alma. Esta vez, una de ellos cuatro en ese justo momento en la puerta del hospital. Un escalofrío le recorrió el cuerpo a Ary. Tuvo miedo, como es natural.

―Esto lleva policía, Ary ‒le dijo Alma.

Antes de irse descubrieron, gracias a un enfermero muy atento que hoy es el padrino de Kathy, que una enfermera, trabajadora también del González Coro, había estado averiguando por Ary desde su ingreso: si ella estaba bien, si había tenido parto natural o cesárea, cómo estaba la niña. Quedaban menos cabos sueltos. Osvaldo había echado mano de su influencia y del número de ahijados y conocidos para mantenerse al tanto de Ary y de su hija y, de paso, arruinar la tranquilidad de su relación.

“Cuando llegamos a la puerta de mi casa había un ahijado de él en moto sentado en la acera de enfrente. Yo lo conozco, de vista pero lo conozco”, asegura Ary. “Cuando salgo del carro, lo miro y él se me queda mirando. Saca el celular y llama. Y yo digo ‘pero ¿esto qué cosa es? ¿Osvaldo se volvió loco?’”.

―Tú tranquila que él no va a hacer nada ‒Alma intentó calmarla‒. Él no es un capo ni es Pablo Escobar.

Más tarde, cuando Alma y Cosi llegaron a su casa, se dieron cuenta de que a ellos también los estaban vigilando. En la esquina les espiaba y tomaba fotos la exmujer de Osvaldo. “Ya los tengo vigilados. Ya sé dónde ustedes viven”, les avisó Osvaldo por mensajes.

Un día a Cosi lo llamó por teléfono un hombre que vive en la esquina de la casa, un taxista. Tenían el número registrado porque una vez lo alquilaron para un viaje.

―Estoy llamando de parte de Osvaldito. Dice que se conecten.

“Una cosa de maniáticos”, dice Ary. Mandaba gente para que Cosi y Alma se conectaran a Internet y leyeran los mensajes que les dejaba.

Ese mismo día, Cosi salió a hacer un mandado y vio al tipo del taxi en la esquina. En una selfi que Cosi se tomó en la entrada de su casa sale el hombre, a distancia, observándolo e intentando fotografiarlo de espalda. Era demasiado. Alma y Cosi pusieron una denuncia en contra de Osvaldo y de su hermana, quien también les enviaba audios con amenazas.

La familia de Ary, hasta entonces al margen de todo, no entendía lo que pasaba, en qué momento y por qué razón las cosas con Osvaldo se habían torcido tanto. Tocó hacerles partícipes de su acoso a Ary, sin mencionar aún la relación de ellos tres, y resumirles que Osvaldo actuaba así porque Alma se había metido a defender a Ary.

Gracias a una prima fiscal de Alma descubrieron que Laffita, el oficial que llevaba la denuncia de Ary, conocía al padre de Osvaldo. Este en Cuba había sido chofer de varios primeros oficiales que dirigieron estaciones de bomberos y era conocido por varios policías.

Ary llegó a tener tanto miedo, que cuando fue a hacerle la “prueba del calcañal” a la niña, al quinto día de nacida, llevó en el coche una daga antigua, muy filosa. Alma y Cosi tuvieron que trabajar ese día y no pudieron acompañarla. Debido a la cesárea, Ary no podía sentarse en ningún tipo de transporte y caminó, atemorizada y con la niña, desde la Esquina de Toyo hasta el policlínico de Luyanó, alrededor de kilómetro y pico. Con el primero que se les acercara, que ella no conociera, no iba a dudar en usar la daga si fuera necesario.

Con ese susto vivió al menos el primer mes. Osvaldo le enviaba a la casa ahijados que querían ver a la niña, gente que ella no conocía. Ary los echaba inmediatamente.

Osvaldo no desistía. La abordaba desde distintos números o perfiles. El día de los padres le escribió un mensaje diciendo que él se felicitaba porque, aunque ella fuera la mujer que era, le agradecía haberlo hecho padre. “Por ti voy a tener lo que siempre he querido; al final yo te la voy a quitar, tú verás”. Y otra vez en fin de año: “Pásenla bien y disfruten a mi niña el tiempo que puedan, que al final se las voy a quitar”.

Hacerle creer que Kathy no era hija suya fue la manera que Ary encontró para que la dejara tranquila un tiempo. De todos modos, no lo quería cerca de la niña. Aprovechó que antes él había dudado de su paternidad, lo desbloqueó y le dijo:

―¿Tú no tenías tus dudas? Pues mírala bien, no es tuya.

―Tú quieres que yo te mate. Tú procura que sea mía. Lo único que te va a salvar es que esa niña sea mía, porque si no es mía van a coger tú, la niña, la tortillera esa que anda contigo, tu mamá…

Lo cierto es que Osvaldo no la molestó más por un tiempo.

***

La casa donde conviven Ary, Alma y Cosi con Kathy da la impresión de estar diseñada para que nadie pueda ver lo que ocurre dentro. Cuando se entra, por un pasillo angosto, parece como si se accediera por un pasadizo que lleva a un escondite. Una vez dentro, la sensación es la de estar en una pequeña fortaleza, protegida del exterior.

Sin embargo, poco o nada de ello fue hecho con esa intención. No tienen nada que esconder, al menos ya no, desde que lo suyo lo sabe la familia más próxima. Tampoco es que hagan nada del otro mundo. Hacen lo que el resto: despertarse, asearse, trabajar, criar una niña, preparar la llegada de otro pequeño, comer, defecar, pelear, ocupar el tiempo, acumular años, errores y soplos de felicidad. Quizás la única diferencia consista en que más de dos cuerpos a la vez se dan placer en esa cama, pero eso no es nuevo ni extraño. Por lo demás, un hogar como cualquier otro.

―Estamos sin agua ‒comenta Alma‒. Nos pusimos a lavar, pensamos que hoy entraría agua. Deja que Cosi se entere que gastamos la que quedaba.

No se escucha llanto o sonido alguno que venga del cuarto, pero Ary, desde la cocina, sabe que Kathy se ha despertado. Alma va a buscarla en lo que Ary termina el almuerzo.

Boda espiritual y simbólica de Ary, Cosi y Alma (Foto: Cortesía de los entrevistados).

Cosi llega un rato después con unos plátanos maduros y otras compras. Desde que lo ve, Kathy, que antes se ha prendido al pecho de Ary, deja lo que está haciendo y corre hacia él. Cosi se agacha para recibirla y se funden como dos fieras que se van a despedazar. Lo que viene después son mordisquitos, cosquillas, risas, el rostro iluminado de una niña que crece plenamente feliz con sus dos mamás y con su papá. El único papá que conoce.

De nada le valió el empeño que pusiera meses atrás para no encariñarse con Kathy. Cuando Cosi la vio recién nacida algo se le removió dentro. Algo que no ubica ni sabe nombrar. Sintió que era suya, que tenía que ser un padre para ella, estar en su vida y en su crianza.

―En el hospital, cuando nos permitieron verla, que Ary estaba en Recuperación ‒recuerda Alma‒, Cosi la miró y me dijo: “se parece a mí”. Y fue muy gracioso. Él estaba viendo lo que quería ver.

Que Ary, Alma y Cosi retomaran su relación era algo predecible. Cuando Kathy nació y Ary vio que Alma y Cosi la acogieron como si también fuera de ellos pensó: “Realmente esta gente está aquí porque me quiere”. Además, ¿a quién querían engañar? Se extrañaban y deseaban. Ninguno podía negar lo que sentían cuando eran tres. No cualquier “tres”. Ellos tres.

―Y un buen día Cosi llegó a mi casa y me dijo: “recoge las cosas tuyas y de la niña y vamos para la casa con nosotros” ‒cuenta Ary.

Del día a día de la relación tratan de no exagerar ni edulcorarlo:

―Problemas y desacuerdos siempre hay en todas las relaciones ‒Ary confiesa‒. Si entre dos es difícil, imagínate entre tres… Pero con una niña que cuidar se hace más entretenida la convivencia. Por suerte, los tres trabajamos desde casa.

En 2020, Alma, Ary y Cosi fundaron la Terraza Ecológica Ollouro, “un espacio para sanar, cuidar y enriquecer el alma y el cuerpo” y emprendimiento de cosmética natural. Nació de la necesidad de brindarles un servicio útil y menos costoso a las personas negras y afrodescendientes que deseaban recuperar y lucir su cabello natural. En un inicio sembraban plantas como la albahaca y el romero, que luego les servían para preparar aceites y productos para la piel y el cabello rizado y afro, los cuales comercializan bajo la marca Ollouro. “Ollouro” significa “agua bendita que cae del cielo”. La Terraza también ha servido para talleres y espacios de sanación, círculos de mujeres y otras actividades comunitarias, o simplemente para departir con los amigos.

Productos de la marca Ollouro (Foto: Cortesía de los entrevistados).

Aunque han perfeccionado la producción y la venta, continúan elaborando desde casa sus productos de cosmética, ahora en compañía de la bebé. Desde que abrió los ojos, Kathy los ha visto alistando envases, haciendo mezclas, llenando etiquetas. Ya conoce el proceso.

―Cuando nos ve cargando pomos sabe que es día de trabajo ‒cuenta Ary‒. Los coge, les quita las tapas. Nos coge las etiquetas y se empeña en rellenarlas y pegárselas a los pomos. Es muy divertido.

Alma asegura que, en la relación, la de la comunicación es ella. Cuando Ary y Cosi se fajan, se dejan de hablar como dos adolescentes y ella tiene que mediar.

―Ary está aprendiendo que la comunicación es la base de cualquier entendimiento, que hay que hablar lo que te guste y lo que no. Las conversaciones difíciles son las que hacen que una relación marche. Y Cosi la tiene difícil. Tiene que lidiar con Ary y conmigo, que tampoco soy fácil.

Admite que hay días en que no está de ánimos para hacer de mediadora, y que le da igual si se pasan una semana enojados o un mes, pero luego se da cuenta de que son un equipo y que un equipo debe funcionar, en armonía preferiblemente.

Alma y Ary tratan de no estar disgustadas. Cuando están mal entre ellas todo está mal. Sin embargo, cuando una está fajada con Cosi la otra la apoya.

―Me caen en pandilla ‒se queja Cosi‒. Las dos contra mí.

Cosi no habla mucho. Se mantiene atento a lo que haga falta: si hay que servir agua, mirar algo en el fogón, preparar algún refrigerio o salir a alguna compra urgente. Escucha con atención, no obstante, no sea que Ary y Alma omitan algún detalle de la historia o sean injustas en sus planteamientos. Si se da el caso, él interviene de manera breve y aclara el asunto desde su punto de vista. Pero la mayoría de las veces asiente o pone los ojos en blanco cuando el comentario lo amerita.

―Y también hay celos, no te vayas a pensar que porque hay consenso y demás no los hay ‒asegura Ary mientras ríe‒. Ha habido celos de parte de los tres, sobre todo al principio. Que si “tú la abrazas a ella de noche y a mí no”, “tú hoy le diste un beso más rico que a mí”, “hoy te despediste de ella antes de irte y de mí no”, “tú estás hoy más cariñosa con ella que conmigo”, “se fueron solas para la calle, me dejaron solo aquí viendo películas y nadie me ha llamado para saber cómo estoy”…

Ante los ojos de los demás, explica Ary, el hombre es el que sale mejor: tiene dos mujeres en su casa. Para ellas, en cambio, no faltan los cuestionamientos. En el caso de Alma suelen ser: “¿Cómo vas a compartir a tu marido?”, “¿Cómo vas a permitir que esté con otra mujer?”. En el de Ary: “¿Y por qué tú no te buscas un marido para ti y tienes que estar con el de otra?”.

Cosi está decidido a desmentir, o al menos a matizar, eso de que el hombre es el que “la está viviendo” porque tiene dos mujeres. Lo hace como quien ha visto en demasiadas ocasiones circular esa idea a su alrededor y ha esperado mucho tiempo para explicarse. Lo que ocurre es que la gente lo reduce todo al plano sexual, e incluso ahí, explica Cosi, él tiene grandes retos. Ambas tienen gustos, necesidades y demandas diferentes. Ciclos, caracteres, emociones, todo diferente. Para bien o para mal ‒casi siempre para mal‒, las mujeres, plantea Cosi, son formadas de un modo que llegan a desarrollar una complejidad psicológica, emocional y funcional mayor que la de los hombres.

―Entender a una es una proeza, pero no por ellas, sino por cómo nos formamos nosotros. Ahora imagínate entender y vivir con dos y hacer que ese engrane funcione.

Alma y Ary son dos mujeres muy distintas. La primera es muy práctica, directa, impetuosa. La segunda es más pasional y entregada. Hija de Yemayá al fin, Ary no tiene ningún complejo en admitir su deseo de amar profundamente y entregarse, de proteger con garras a su familia. Antes de estar con Alma y con Cosi, creía en el amor convencional y siempre se le hizo muy complicado tener una relación. No entendía por qué. Se consideraba una mujer con todas las cualidades para enamorar y mantener a un hombre a su lado. Fue la propia Alma quien le hizo ver que no le iba bien porque entregaba demasiado y tenía una idea romántica de las relaciones.

Hace cinco años, cuando comenzó a salir con Cosi y con Alma, no imaginó adónde llegarían. A diferencia de Alma, que le había confesado a Cosi su deseo de estar con otra mujer y con él, a Ary jamás le pasó por la cabeza hacerlo algún día. Mucho menos enamorarse de una. Al principio todo lo tomó como una diversión. Los visitaba, estaban, se quedaba con ellos y al día siguiente volvía a su casa, a su vida. Salía con otros hombres de vez en cuando. No tenía compromisos de ningún tipo.

Alma, Ary y Cosi en el mar (Foto: Cortesía de los entrevistados).

Se echó para atrás en cuanto se percató de que todo iba tomando otro rumbo, que Alma y Cosi la querían ver más seguido, que la celaban en sus intentos con algún nuevo “príncipe azul” y que ella los celaba cuando probaban con alguna otra mujer. Aunque lo disfrutaba, aquello no era más que un juego, una descarga “moderna”. No había renunciado al deseo de tener una relación monogámica, exclusiva, con un hombre.

Alma la trataba de convencer de que dejara ya de buscar, que Cosi era el hombre que ella necesitaba. Por ella, ellos también dejarían su búsqueda. Era la pieza que encajaba. Con ninguna se sentían como con Ary y no querían un trío ocasional con ella. Eso no bastaba. Querían ampliar el número permitido de personas en una relación formal. “Ay, vieja, no te hagas más que tú estás muerta con nosotros”, le soltó Alma un día.

A Ary le costó admitirlo. Tenía muchos miedos. En resumidas cuentas, ya ellos dos eran una pareja previa, y a ella le tocaría ser la “agregada”.

―Mi lucha todo este tiempo fue porque Ary no se sintiera así ‒revela Alma‒. Ni entrometida, ni la otra, ni la querida de Cosi. Tan esposa de él como yo.

Algunas amistades de Alma, que los tenían a ella y a Cosi como un matrimonio formal, se alejaron al enterarse. A otras ha tenido que aclararles que Ary es tan dueña y señora de la casa como ella y que puede disponer de lo que le venga en gana. Que si tienen que mover una silla o agarrar un pozuelo tienen que contar también con Ary. Ceder ese espacio le costó, dice Alma, pero fue necesario. Planearon que en la relación no habría centro. Nadie está por encima de nadie. Si tuviera que haber algo por encima de todo, que lo fuera el deseo triple de mantenerse unidos y de construir una familia.

***

Cuando le preguntan a la pequeña Kathy dónde está su tata, señala para la barriga de Ary. El advenimiento del próximo bebé les tomó de sorpresa. Confiaban en que, al estar todavía lactando a Kathy, eso no sucedería, pero en abril de 2024 a Ary no le cayó la regla. Se preocupó. Se hizo un test rápido y confirmó su embarazo. Aunque habían planeado tener otro bebé, querían que fuera más adelante, cuando Kathy tuviera unos años más.

―El universo, cuando ve que haces las cosas mal, te las repite y te las repite hasta que las hagas bien ‒explica Ary‒. Entonces decidimos hacer lo que teníamos que haber hecho con aquella primera barriga de Cosi.

Ary, al centro, con Kathy en brazos. Alma y Cosi sostienen el vientre de Ary, la segunda bebé que esperan (Foto: Cortesía de los entrevistados).

Se sentaron con las madres de ellas ‒la de Cosi es fallecida‒ y fueron lo más directos posible. Les revelaron que Ary estaba embarazada de nuevo, que el padre de la criatura era Cosi, que los tres tenían una relación desde hacía cinco años y que ahí nadie estaba engañando a nadie. Para asombro de ellos, ninguna de las madres se había imaginado nunca nada. La de Alma es la que más tiempo ha necesitado para procesarlo. La noticia no le sentó nada bien, pero tampoco le dio un infarto como Alma imaginó en otro tiempo. Le acotaron que no pretendían que ella lo entendiera, solo que lo supiera y, de ser posible, que lo aceptara. Al fin y al cabo, ella veía a Ary como una hija y a Kathy como una nieta. No había por qué esconderse. Con la mamá de Ary fue un poco más fácil. Aunque también quedó un poco consternada, al final concluyó que, si ellos eran felices, ni ella ni nadie tenía más nada que decir.

Aunque siempre hay quien tiene algo que decir.

El día que bautizaron a Kathy en la iglesia de Regla todo había quedado claro: en el banco se sentaban los padres, el bebé y los padrinos. Cuatro adultos en total. En el de Kathy había cinco. Cuando pasó el diácono a determinar quiénes eran los padres y quiénes los padrinos, se dirigió a Alma: “Y usted, señora, ¿quién es? Tiene que sentarse atrás”. Alma le respondió que ella no se iba a sentar atrás porque ella también era la madre. “Pero ¿quién es la mamá, usted o usted?”. “Las dos”, le dijo. El señor gritó frente a todos: “¡No, no, no! Nada de eso. Un bebé tiene una mamá y un papá”.

Cosi se levantó, se le acercó y le dio la misma explicación. Esa niña tenía una madre que la había parido, otra que no la había parido pero también era su madre y un padre, que era él. “¡Pero eso es un engendro! ¡¿Qué cosa es eso?! Dios no permite esas barbaridades”, sentenció el hombre a punto de soltar espumarajos por la boca.

En el barrio siempre es más divertido. Ven a Alma con Kathy en brazos y le preguntan si es suya. Ella responde que sí y continúan: “Es que como no te vimos embarazada…”; y como si quisiera perturbarles más la mente, les aclara: “Es que yo nunca estuve embarazada, pero es hija mía”.

―Cuando me ven con Alma le preguntan si somos hermanas ‒cuenta Ary‒. “No, no es hermana mía”, “Ah, es hermana de Cosi”, “No, tampoco”, “Ah, es que como la veo viviendo ahí con ustedes”, “Sí, pero no es hermana de ninguno de los dos”, “Ah…”.

Es el “ah” de la revelación o la confirmación, que les llega como un golpetazo en la nuca. La interjección de quien ha sido empujado a sacar sus propias conclusiones.

A otros se lo dicen por las claras: que son una relación de tres o que ellas dos son pareja. Un día un hombre en una cafetería les preguntó que cómo ellas iban a ser pareja si no tenían cara de “cosita de esa”. Aquello les causó mucha gracia. Tratan de no dejarse amargar con ese tipo de comentarios. En otra ocasión, Alma y Ary llevaron a Kathy al consultorio y la doctora le indicó a Ary que su mamá podía pasar. “Ella no es mi mamá. Ella es mi pareja”, le respondió. Una vez más vino la interjección del despiste y también de la iluminación.

Ninguno de los tres había pensado en la importancia de que, bajo esta organización del mundo, su relación fuera reconocida, hasta que a Cosi le ofrecieron un contrato de trabajo en España. De aceptarlo, solo podía irse con su esposa. A efectos legales, su esposa es Alma. Aunque Ary fuera la madre de sus hijos y con ella tuviera una relación que pudiera probar, no tenía ninguna posibilidad de irse con ellos. Finalmente desestimaron el contrato. Ni Alma ni Cosi se iban a ir dejando a Ary sola con Kathy y embarazada, ni los empleadores iban a permitir que viajaran todos.

―Y nosotros estamos decididos a criar a nuestros niños juntos, que nos vean juntos y que vean que funcionamos como una familia.

***

“Esta publicación no es para ti, Osvaldo Seijas S[á]enz es para todos los que viven engañados por ti. Es para todos los que te creen que no puedes ver a mi hija porque me dejaste, es para los que te creen que te están alejando de la niña por despecho, es para los que te creen que te están privando del derecho de padre injustamente. (…) Tú no puedes acercarte a mi hija porque has amenazado de muerte a su madre en repetidas ocasiones.

“Yo no soy perfecta. Lejos estoy de serlo. Pero lo que me diferencia de ti es que desde el primer momento que tuve a mi hija en mis brazos entendí y decidí que tengo que ser mi mejor versión por ella. Entendí que solo quiero para ella un ambiente sano y de paz en el que pueda crecer feliz y sana, contrario a lo que tú generas cada vez que te acuerdas que existimos”.

―Era un capítulo que tenía que cerrar ‒dice Ary‒: demostrarle que me importa poquísimo hacer esto público y que la gente se entere de mi relación. Por eso hice el post también.

Ary sabía que cuando Osvaldo se desaparecía y no la molestaba durante un tiempo, su regreso era peor. Demasiada gente en común con él, de Luyanó, le preguntaban en la calle si la niña por fin era de Osvaldito. Otros la miraban raro, como si tuviera algo en la cara. Osvaldo había estado haciendo publicaciones, solo para sus amigos de Facebook, en las que contaba que Ary se escondía para “hacer tortilla” y tríos. También expuso fotos de Cosi y de Alma diciendo que eran esos con quienes ella hacía sus desvergüenzas. No decían nada nuevo. Nada que no le hubiera dicho antes. Ary, sin embargo, no toleró esta vez que él dijera que ella vivía su relación a escondidas.

Por esa fecha también Osvaldo le escribió a una tía de Ary advirtiendo que ya tenía residencia estadounidense y que estaba a punto de venir a Cuba, que haría todo lo que estuviera en sus manos por comprobar si Kathy era hija suya, que se preparara todo el mundo, porque iban a saber quién era Osvaldo Seijas.

El 8 de julio de 2024, Ary y Alma acudieron a la sede de la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) de El Vedado, en La Habana. A la señora que las atendió le manifestaron sus preocupaciones con todas las amenazas de Osvaldo, sobre todo con la de demostrar su paternidad y quitarle la custodia de Kathy. Lamentaron también que su tipo de relación no esté contemplada ni siquiera en el nuevo Código de las Familias. El único respaldo que tienen, y no saben si acaso sirva de algo, es que Kathy fue inscrita como hija de Cosi. Tiene su apellido. La señora le aseguró que en Cuba no se están haciendo pruebas de paternidad, en caso de que Osvaldo la solicite.

―Pero nos dijo que se están haciendo unas pruebas faciales, no sé cómo son, la verdad, que por los rasgos del bebé se saca el parentesco ‒relata Ary, con duda‒. Que eso es lo único que él pudiera tener a su favor para entonces poder hacer una solicitud de paternidad de la niña. No entendí muy bien.

La señora les garantizó que se iba a reunir con una comisión a ver qué podían hacer.

Cosi, al centro, carga a Kathy. A su lado, Alma (izquierda) y Ary (derecha) (Foto: Cortesía de los entrevistados).

Una abogada, consultada bajo anonimato para este trabajo, confirmó que en Cuba hace más de una década no se hacen pruebas de paternidad, a no ser en aquellos procesos donde un tribunal determine que hay que hacerla. Fuera de eso, explica la experta, el Estado cubano ha dejado claro que no tiene el presupuesto para costear ese tipo de pruebas. Se autoriza excepcionalmente también en casos donde el demandante o el demandado corren con los costos procesales.

Recientemente descubrieron, gracias a un contacto en la Policía, que la denuncia que Ary le puso a Osvaldo estando embarazada, la D-23845, no procedía por “no haber delitos”. Esta misma persona le recomendó a Ary que volviera a la estación, preguntara por la instructora que lleva su caso y le dijera que tenía nuevas evidencias de amenazas de Osvaldo para agregar al expediente.

El miércoles 24 de julio pasado, Alma y Ary amanecieron en la estación de policía de Aguilera. Quien debía atenderlas les dijo que no podía porque estaba haciendo cosas muy importantes y, cuando ellas se quejaron en la oficina de Atención a la Población, las redirigieron con otro oficial: Alfredo Peregrín Matos. En efecto, Ary tuvo que hacer una denuncia nueva, no la ampliación de la anterior como era su plan. El oficial Laffita había cerrado el caso.

Alfredo tomó los papeles impresos con las evidencias, leyó por arriba y preguntó: “¿Este tipo que está escribiendo quién es, el papá de la niña?”. Ary le respondió que sí. “Pero él tiene todo el derecho, aunque él diga todo esto. Al final todo esto son boberías que uno dice, pero que no las cumple”. La solución que Alfredo le dio a Ary, a modo de consejo, fue que conversara con Osvaldo para que la dejara tranquila y que le asegurara que cuando viniera a Cuba hablarían mejor y, si era lo que deseaba, le dejaría ver a la niña. Ary contó infinitas veces hasta cien. Sintió que estaba allí en vano, frente al abismo de la indefensión.

Cuando el oficial preguntó el porqué de tantas amenazas, Ary le explicó el tipo de relación que ella tenía. En el rostro del hombre se dibujó una expresión como de haber llegado al entendimiento de todo, de haber hallado razonables las reacciones de Osvaldo. “Si él viene y te hace una demanda, gana el caso, déjame decirte. Él es el padre de la niña”, le aseguró, “Ok, pero ¿me va a tomar la denuncia o no?”.

Con Alma no se comportó muy diferente. Insistió en que todas esas denuncias eran por gusto, que Osvaldo tenía todos los derechos como padre. “Tú tienes que darte cuenta [de] que este es el resultado del acto que ustedes cometieron”, le dijo el oficial. “Ustedes determinaron tener ese estilo de vida y esas son las consecuencias”.

Ary dice que han ido por todos los canales, aunque no crea en el buen funcionamiento y utilidad de ellos. Policía, Atención a la Población, FMC, Emigración. Lo ha hecho para que mañana, si llegase a ocurrir lo no deseado, nadie diga que no alertó a las autoridades pertinentes.

Alma cree que una de las cosas que más debe estarle dando vueltas en la cabeza a Osvaldo es el arrojo de Ary, a quien tiene por una mujer pasiva y atormentada.

―Él nunca pensó que esto pudiera llegar tan lejos y que Ary no se iba a dar por vencida tan rápido ‒dice Alma.

No saben cuándo ni de qué manera volverán a tener noticias de Osvaldo. Lo que sí saben es que moverán cielo y tierra si fuera preciso contra aquello que ponga en peligro el proyecto familiar que han construido. Tampoco dejarán que interfiera demasiado en el ritmo habitual y plácido de sus vidas. Hay otras cuestiones que merecen mayor atención: la del agua, por ejemplo, los encargos de su negocio, la bebé que ya se nota en el vientre de Ary, los planes y sueños que todavía tiene la relación, las primeras palabras claras de Kathy.

A Cosi es al que más congoja le cae de vez en cuando. Siempre que Osvaldo aparece y dice que les va a quitar a la niña se pone nervioso. Aunque Ary y Alma lo tranquilicen diciéndole que Osvaldo no hará nada y que ha perdido todos los derechos sobre Kathy, no puede evitar sentirse inseguro.

―¿Quién es la cosa preciosa de papá? ‒pregunta tirado en una colchoneta en medio de la sala, donde ha pasado la tarde. Kathy ríe como si le estuvieran haciendo muchas cosillas, muestra sus diminutos y escasos dientes y avanza hasta él. Alma se acerca a abrazarlos, mientras Ary los observa, complacida, desde un butacón, sonriendo y con la mano en su vientre.

No piensa agobiarse más.

“A los 18 años MI HIJA decidirá si vale la pena acercarse a alguien como Osvaldo Seijas”, fue lo último que escribió en su post antes de publicar.

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