Prefiero hacerlo a color. El blanco y negro solo aparece cuando el color es pobre, si la toma no lo necesita.
Cuando salgo a dar vueltas por la ciudad, no tengo estilo ni concepto predeterminado en mi mente. Capturo esos momentos que surgen solos, que están ahí: el suceso espontáneo. Con el que vivimos cada jornada.
Me llaman la atención la noche, las luces amarillas –que pueden ayudar o no–, pero sobre todo me atrae lo que está ocurriendo: el hecho, el sujeto, el personaje, a veces absurdo, solitario, pero real.
Cuesta pensar en una estética que guste de La Habana, es una ciudad antigua, gastada. Prefiero mirar algunas partes del Vedado, como una ciudad dormida en su modernidad.
*Esta galería contó con la colaboración de Grethel Morell en la edición.
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